De "Las enseñanzas de Don Juan Matus"

 Entro en mi terreno personal, y mi propia experiencia. Señalar brevemente y fruto de esa misma experiencia personal, que nunca, nunca y nunca hay que relata las experiencias personales, precisamente porque son personales. Estas son dadas a uno y unicamente para uno mismo. Relatarlas es exactamente lo mismo que privar a otro ser de su propia experiencia personal. Nunca se puede obtener las mismas experiencias de otra persona, ni siquiera las del propio maestro. Cada cual "percibe" las suyas propias e intentar o buscar obtener esas misma experiencias de otro, no solo es una perdida de tiempo y "energia" , sino que puede resultar una experiencia realmente nociva para la propia "configuración energetica".

Dicho eso, pregunto: ¿porque las enseñanzas de Don Juan? ¿Porque no seguir la vía del Zen? ¿O bien porque no señirme a la practica del Raja Yoga?, ¿Porque no intentar descifrar los misterios de la Kabalá?
Si bien he buceado por todas esas tecnicas, y más ¿Porque caminar por el sendero que traza Don Juan?".
La respuesta es bien simple, tuve una experiencia inconfundible y transformadora al leer "las enseñanzas de Don Juan". Aunque, la verdad también tuve experiencias similares con el estudio del Bhagavad-gītā y de la Kabalá. Sin embargo, por algún motivo, no encendieron la chispa, me condujeron hacia otras direcciones y puedo estar agradecido por ello.
La experiencia con la Bhagavad-gītā me condujo a seguir un Guru indio durante unos pocos años, sin embargo no halle el silencio interno, aunque si que percibi un atisbo del conocimiento silencioso. Fue tremendo... pero algo andaba cojo.
Lo mismo ocurrio con bucear en solitario en el estudio de la Kabalá, se produjo una "sincronicidad" muy significativa que me condujo hacia el Raja Yoga, dentro de un grupo de practicantes.  Esta vía fue el desencadenante de toda un serie de sincronicidades ... Dejando estas ultimas en el tintero, ahora estoy donde estoy. (Son materia para la recapitulación).

No me considero un seguidor de Don Carlos Castaneda... tengo mis razones. Pero también puedo decir que no lo soy de Don Juan. No creo que el buscara seguidores, sino ser "un maestro que nos convenza de que existe un poder incalculable al alcance de la mano, escondido dentro de nuestro ser". Ni siquiera con el Zen entendí esto. Don Juan me animo a investigar por mi mismo, a buscar, a emprender mi propio caminar, esto sin estar exento de "riesgos y peligros"... cuantas veces he tropezado y he sufrido... y sin embargo seguía estando allí ese "un no se que" que me empujaba a continuar agarado del hilo de las enseñanzas de Don Juan... 

Considero las enseñanzas de Don Juan como una caja de herramientas, tan util como puede ser las herramientas del Zen, del Tao, del Ayurveda y del Yoga, de la Filosofia, de la Psicología...etc., algunas quizas sean meros accesorios. En esta caja de herramientas hallé una, quizas una llave que se adapta a mi "configuación energetica", mejor dicho, es mi configuración energetica la que se adapta a esta llave; y que sin embargo me recuerda constantemente que nada es para siempre...

Por otra parte Don Juan me revelo que sus enseñanzas, que todas las enseñanzas son semejantes a un puzzle y que solo por medio del "conocimiento silencioso", o del "reconocimiento silencioso" somos capaces de encajar las piezas. Y que hay que aventurarse dentro de un laberinto para ir juntado las piezas del puzzle. 

Cuando se habla de tener fe, ¿se refiere a este conocimiento silencio? ¿A ese Maestro Interior? ¿Al "Om Namah Shivaya"?

El todo es más que la suma de las partes: Indroducción

 

"Un grupo de ciegos escuchó que un extraño animal, llamado elefante, había sido traído al pueblo, pero ninguno de ellos era consciente de su figura y forma. Por curiosidad, dijeron: "Hay que inspeccionarlo y conocerlo al tacto, de lo que somos capaces". Entonces, lo buscaron, y cuando lo encontraron, lo buscaron a tientas. La primera persona, cuya mano se posó en la trompa, dijo: "Este ser es como una serpiente gruesa". Para otro cuya mano llegaba a su oreja, dijo que parecía una especie de abanico. En cuanto a otra persona, cuya mano estaba sobre su pata, dijo, el elefante es un pilar como el tronco de un árbol. El ciego que puso su mano en su costado dijo que el elefante "es una pared". Otro que sintió su cola, lo describió como una cuerda. El último sintió su colmillo, indicando que el elefante es lo que es duro, liso y como una lanza."



En algunas versiones, los ciegos descubren sus desacuerdos, sospechan que los demás no están diciendo la verdad y llegan a las manos.

Los ciegos y el elefante es una parábola originaria de la India, desde donde alcanzó una difusión notable. Ha sido utilizada para ilustrar la incapacidad del hombre para conocer la totalidad de la realidad. En distintos momentos se ha usado para expresar la relatividad, la opacidad o la naturaleza inexpresable de la verdad, el comportamiento de los expertos en campos donde hay un déficit o falta de acceso a la información, la necesidad de comunicación, y el respeto por perspectivas diferentes. Es una parábola que ha penetrado diversas tradiciones religiosas y es parte del acervo jainista, budista, sufi e hindú.




El cristal para ver la vida

En la vida todo depende del color del cristal con que se mire.

 

La vida o el mundo es del color del cristal através del cual se mira...¡Ojalá fuese tan sencillo! Sin embargo, sí que lo es.
Para empezar hay que llenar la vida o el mundo de matices y de colores. No hay nada en absoluto que se pueda categorizar de totalmente blanco o negro, o si se prefiere de categorizar en positivo o negativo; estos son extremos, que no son ni buenos ni malos sino que carecen de flexibilidad o son exageradamente radicales.
Por poner un ejemplo de lo más sencillo, y para comprender cuales son esos matices:
Si elegimos ver el “vaso medio lleno” significa que somos una persona “optimista”, por el contrario si elegimos ver el “vaso medio vacío” es sinónimo de persona pesimista.
En el caso de tener el vaso lleno, si lo vamos vaciando, cuando lleguemos a la midad estara medio vacio, ya que la intención era vaciarlo, aunque podriamos decir que aún esta medio lleno. Si el vaso esta vacío y queremos llenarlo, cuando lleguemos a la midad, estara medio lleno porque la acción es de llenarlo, y sin embargo aún esta medio vació... Todo es cuestión de cierta lógica y razonamiento, y no de una mente optimista o pesimista.
Categorizar en positivo o negativo, bueno o malo, mejor o peor no son en definitiva otras cosas que calificar radicalmente y de manera subjetiva las caras de una misma moneda. Es decir que todo ello depente de la forma en como percibimos nuestra existencia o al mundo y de las opiniones que formulamos. Y eso es asi porque es una necesitad del ser humano para comunicarse el tener que describir sus vivencias y experiencias, creando a menudo conceptos basicamentes simples y escuetos, casi sin colores y sin matices.
No sé muy bien cual puede ser el color del pensamiento positivo o del pensamiento negativo. Sin embargo, profundizando en lo que definimos como positivo o negativo con cualificativos más precisos, es posible que el color sea más nitido.
Asi que cuando usemos ese termino de pensamiento positivo, lo amplificamos y ampliamos con terminos más precisos como: pensamiento saludable / pensamiento enfermizo, pensamiento que suma o bien resta bienestar....
 
 
 
Dando otro ejemplo sobre colores y matices que eludimos, si bien es un ejemplo ficticio y

Jack Dawson gana un pasaje al trasantlático más lujoso del mundo, el Titanic, en un juego de póquer. En su estancia en Inglaterra se hizo amigo de un inmigrante italiano, Fabrizzio (Danny Nucci), y en compañía de él gana sus billetes, de tercera clase en el Titanic, en un afortunado juego de póquer.



Todos somos inherentemente egocéntricos en el sentido de que nunca podemos liberarnos de nuestro punto de vista físico (puedo percibir el mundo solo desde mi ubicación física en el espacio) o nuestra perspectiva personal y psicológica que está influenciada por nuestras experiencias, objetivos, creencias, identidades, preferencias y prejuicios. Las personas difieren en el grado en que pueden salir de su propia perspectiva para ver las cosas desde los puntos de vista de los demás, pero todos estamos encerrados en nuestro propio punto de vista egocéntrico porque no hay forma de procesar la información excepto desde nuestro marco de referencia personal. 
Por lo tanto el egocentrismo es percibir el mundo e interpretar los eventos desde el punto de vista personal.
 
Estamos ciegos a la realidad. A nuestra realidad y a la realidad del mundo y de la existencia. Nuestra mente nos engaña constantemente. Los sentidos nos permiten contactar con la vida y la existencia y la mente interpreta los imputs recibidos. Es aquí donde muchas veces todo comienza a ser confuso. La interpretación que nuestra mente hace es la clave. El camino para salir de la confusión es un camino de búsqueda interior, de conocimiento de quien soy y de dónde vengo. Es una búsqueda de sentido. Muchos problemas detectados por los psicólogos son problemas existenciales. La persona no encuentra el sentido en su vida, no encuentra su lugar en el mundo ni conoce cuál es su misión en la vida. Esto se expresa en depresión, neurosis, obsesiones, ansiedad y tantas otras perturbaciones que recogen los manuales. Pero ¿se puede sanar al ser humano de su dolor existencial? Si llegamos a dar las verdaderas claves a la persona para abrirse a sí mismo y a su realidad, otra salud psíquica es posible. Una salud que esun camino de crecimiento y que lleva a integrar la dimensión espiritual.
 
"La revolución del hará" por Laia Monserrat
 
Los tristes sienten que el viento gime; los alegres sienten que él nos canta.
Los pensamientos negativos atraen experiencias negativas; en cambio los pensamientos positivos crean soluciones positivas y posibilidades
La vida es un eco; todo lo que das es lo que recibes... muchas veces multiplicado.
El mundo es como un espejo que devuelve a cada persona el reflejo de sus propios pensamientos. Asi pues el Mundo es del color del prisma a través del cual lo mira cada cual. Por lo tanto tenemos la posibilidad de cambiar de prisma tantas veces como nos sea necesario, según como nos vaya en el deambular por la vida.: si vamos sumando o si vamos restando.
 
“El sufrimiento en sí no hace madurar al hombre.
Es el hombre el que da sentido al sufrimiento”.
Víctor Frankl
 
“¡Qué bello podría ser el mundo!”, escribió el psiquiatra vienés Viktor Emil Frankl después de perder a su esposa y a sus padres en distintos campos de concentración del régimen nazi. Su padre murió en Theresienstadt, víctima del hambre y una neumonía; su madre fue gaseada en Auschwitz, y su mujer, Tilly Grosser, en Bergen-Belsen el día de su liberación. Debilitada por las penalidades, fue aplastada por una multitud que se abalanzó hacia la puerta de entrada, cuando descubrió la presencia de tropas británicas. Sin embargo, nada pudo destruir la confianza de Frankl en el ser humano. “Al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: la última de las libertades humanas —la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias— para decidir su propio camino”. 
 
 
Viktor nació en el seno de una familia judía el 28 de marzo de 1905 en Pohorelice, una localidad checa situada a 80 kilómetros de Viena. En esa época, Viena era una de las ciudades más deslumbrantes de Europa. Compartía con Budapest la capitalidad del Imperio Austro-Húngaro y era el símbolo de un estilo de vida tolerante y cosmopolita. Viktor disfrutó de una infancia dichosa y tranquila. A pesar de su fragilidad y su temperamento soñador, siempre contempló la vida como un don, un maravilloso regalo que debía ser administrado con inteligencia y ternura. La Primera Guerra Mundial significó la caída del Imperio-Austrohúngaro y, para Frankl, la experiencia del hambre y la precariedad. Durante sus estudios de bachillerato, Viktor escuchó a un profesor que “la vida humana no era otra cosa que un proceso de combustión y oxidación”. Sin poder contenerse, le objetó: “Si es así, ¿cuál es el sentido de la vida humana?”. Movido por ese interrogante, estudia neurología y psiquiatría, identificándose con los postulados del psicoanálisis. Inicia un agudo intercambio epistolar con Freud, pero en 1925 se aleja de sus tesis, seducido por las teorías de Alfred Adler, un psicoanalista heterodoxo, según el cual la nota más dominante de la mente humana es la necesidad de ordenar la vida conforme a una meta.
Viktor Frankl opinaba que Freud había interpretado al hombre desde abajo, atribuyendo una importancia desmesurada a lo instintivo. En su opinión, hay que mirar al ser humano desde arriba. Solo así comprenderemos que las actividades psíquicas son la esencia de nuestra naturaleza. El neurótico no encuentra ningún sentido a la vida, pero una mente sana advierte que el sentido no es un dato objetivo, sino la culminación de un proyecto personal, algo que se elabora libre y racionalmente. Gracias a esa construcción, el ser humano puede enfrentarse a las peores tragedias, sin perder el deseo de vivir. Frankl aprende de Max Scheler que el hombre no está maniatado por los impulsos y la influencia del entorno. Dado que es un ser inteligente, puede moverse por intenciones, desarrollando empatía hacia sus semejantes y respeto o simpatía hacia el resto de los seres vivos. Si no pudiéramos trascender lo biológico y social, seríamos simples autómatas. A principios de la década de los 30, Frankl se dedica a la psiquiatría y la neurología, comienza a escribir ensayos e imparte conferencias. En 1938, se produce la anexión de Austria al Reich alemán y se aplican las leyes de Núremberg, que obligan a Frankl y a su familia a identificarse con una estrella amarilla. En 1941, se casa con Tilly. En esa fecha le conceden un visado para viajar a Estados Unidos, solicitado dos años atrás, pero no lo utiliza, pues le parece poco ético abandonar a sus padres, a sus pacientes y a sus compatriotas judíos. Decide quedarse y compartir la suerte de las personas a las que ama. En septiembre de 1942, Viktor es deportado a Theresienstadt con sus padres y su mujer. Se le tatúa el número 119.104. Le acompaña un manuscrito, pero se lo quitan los celadores. La idea de reescribirlo le proporciona una meta y le ayuda a no desmoronarse. Será el único superviviente de su familia. Después de recobrar la libertad, publica El hombre en busca de sentido, subtitulado Un psicólogo en un campo de concentración. El libro es una de las obras de referencia sobre el Holocausto o Shoah. Además, establece las bases teóricas de la logoterapia o lo que se conoce como Tercera Escuela Vienesa de Psicología.

La logoterapia es un método menos retrospectivo y menos introspectivo que el psicoanálisis. Está orientada al futuro, a la posibilidad de elaborar metas y objetivos. Este planteamiento rompe el ensimismamiento neurótico, que vuelve y otra vez a sus obsesiones, reforzándolas con sus pensamientos recurrentes. La logoterapia considera que la principal motivación del ser humano no es la búsqueda de placer o poder, sino la voluntad de sentido. La búsqueda de sentido no es una sublimación del instinto, sino algo primario. Frankl señala que las personas viven y mueren por sus ideales y principios. La logoterapia estima que su cometido es ayudar al paciente a hallar el sentido de la vida. Escribe Nietzsche: “Quien tiene un porqué para vivir, encontrará casi siempre un cómo”. La logoterapia comparte esa convicción. Frankl profundiza la reflexión de Nietzsche: “Cuando se acepta la imposibilidad de reemplazar a una persona, se advierte en toda su magnitud la responsabilidad que el hombre asume ante su existencia. El hombre que se hace consciente de su responsabilidad ante el ser humano que le espera con todo su afecto o ante una obra inconclusa no podrá nunca tirar su vida por la borda. Conoce el porqué de su existencia y podrá soportar casi cualquier cómo”. El equilibrio psíquico no reside en la ausencia de tensiones, sino en la tensión entre lo que somos y lo que queremos ser. Sin ese conflicto, caemos en el vacío existencial. La esencia íntima del ser humano es su capacidad para enfrentarse con responsabilidad a su finitud, vinculándola a una finalidad. El sufrimiento se hace tolerable cuando adquiere un sentido, como cuidar a un enfermo.
 
La logoterapia despliega una técnica denominada “intención paradójica”. Hay que perseguir una meta, pero sin ansiedad anticipatoria. “La felicidad es como una mariposa. Cuanto más la persigues, más huye. Pero si vuelves la atención hacia otras cosas, ella viene y suavemente se posa en tu hombro. La felicidad no es una posada en el camino, sino una forma de caminar por la vida”. Si la perspectiva del fracaso nos inspira un temor patológico, hay más posibilidades de fracasar. La angustia atrae los fallos y descalabros. Si experimentamos una impaciencia infantil, obsesionándonos con un objetivo, perderemos la calma necesaria para triunfar. Siempre debemos estar dispuestos a reírnos de nosotros mismos, pues el humor nos relaja y nos ayuda a controlar nuestras emociones. El neurótico cae en un círculo vicioso porque es incapaz de relativizar sus problemas y contemplarlos con cierta ironía. La logoterapia subraya la libertad de la mente humana para superar condicionamientos y determinaciones. “El hombre es hijo de su pasado mas no su esclavo, y es padre de su porvenir”. El hombre no es una cosa entre las cosas, sino un sujeto racional. No se limita a existir, sino que decide. Rectificar también es una forma de decidir, pues implica una reelaboración de la meta establecida. La libertad solo es verdadera cuando está ligada a la responsabilidad. En definitiva, la logoterapia es una psicología humanizada, que reivindica la dignidad del ser humano, artífice de la Historia y protagonista de su propia historia.
 
En 1947, Viktor Frankl se casa por segunda vez con Eleonore Schwindt, una enfermera con la que pasará el resto de su vida y con la que engendrará una hija. Director de una policlínica de neurología de Viena hasta 1971, ejercerá la docencia universitaria en la misma ciudad y trabajará como profesor invitado en distintas universidades norteamericanas (Harvard, Stanford, San Diego, Dallas, Pittsburg). Le llueven premios y distinciones. Publica treinta libros que se traducen a diferentes idiomas. Podemos destacar Psicoterapia y existencialismo (la obra confiscada en Theresienstadt), En el principio era el sentido, Logoterapia y análisis existencial, Psicoterapia y humanismo: ¿Tiene un sentido la vida?, La presencia ignorada de Dios. Frankl gana el Premio Oskar Pfister, concedido por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría. Alpinista, amante de las corbatas, adicto al café, devoto de Mahler y caricaturista notable, se sacaría una licencia de vuelo a los 67 años, pilotando aviones en solitario. Fallece el 2 de septiembre de 1997, con 92 años.
 
El hombre en busca de sentido ha conmovido a varias generaciones. Frankl relata su paso por el sistema de campos de concentración de la Alemania nazi con abrumadora honestidad: “Los que hemos vuelto de allí gracias a multitud de casualidades fortuitas o milagros —como cada cual prefiera llamarlos— lo sabemos bien: los mejores de entre nosotros no regresaron”. Los deportados que superaban las primeras selecciones desembocaban en “una especie de muerte emocional”. Era lo único que permitía soportar una vivencia profundamente deshumanizadora. En la rutina de los campos, lo peor no era el dolor físico o las crueles privaciones, sino “la angustia mental causada por la injusticia, por lo irracional de todo aquello”. El trabajo agotador, los malos tratos y una alimentación deliberadamente insuficiente reducen a los deportados a una masa que se degrada día a día. La desnutrición mata el deseo y la compasión, pues no hay espacio para los sentimientos cuando la prioridad es salvar el pellejo. La mente hiberna, despojándose de emociones e ideas. Solo perduran las firmes creencias religiosas y las convicciones políticas, pues resultan útiles para la supervivencia. Los escépticos o descreídos son más vulnerables. Pese a todo, Frankl no cae en la desesperación. Piensa que su vida interior es una poderosa herramienta para soportar las calamidades, pero sobre todo se aferra a la capacidad de experimentar amor: “la salvación del hombre está en el amor y a través del amor”. Ignora si su mujer está viva, pero siente que ni siquiera su muerte podría menoscabar su amor. Afirma que si le hubieran comunicado la noticia de su fallecimiento, habría continuado su conversación mental con ella y habría sido “igualmente real y gratificante”. El amor ayuda a preservar la propia identidad individual en un entorno concebido para destruirla. Solo amando se puede conservar la libertad interior, la autoestima y la personalidad. Frankl ejerce de médico y psicólogo con otros deportados, combatiendo su hundimiento emocional, que incluye fantasías suicidas. En Auschwitz, el que se mata condena a muerte a todos sus compañeros de barracón. No hay libertad para morir. Por eso, se debe vivir para uno mismo y para los otros. Frankl es fiel a sus ideas, pues descarta cualquier plan de fuga para quedarse con sus pacientes. Más tarde escribirá: “He encontrado el significado de mi vida ayudando a los demás a encontrar un significado en sus vidas”.
 
Si sabemos que el sentido último de la vida es el amor, podremos aguantar las formas más temibles de infortunio. Amor a los otros y amor a nosotros mismos, pues cada ser humano tiene una enorme responsabilidad hacia su propia existencia. Los dramas del siglo XX, pródigo en matanzas e incalificables atrocidades, nos invitan al pesimismo y al desaliento, pero Frankl argumenta en sentido contrario con una clarividencia irrefutable: “Nosotros hemos tenido la oportunidad de conocer al hombre quizá mejor que ninguna otra generación. ¿Qué es, en realidad, el hombre? Es el ser que siempre decide lo que es. Es el ser que ha inventado las cámaras de gas, pero asimismo es el ser que ha entrado en ellas con paso firme musitando una oración”. La biografía y la obra de Viktor Frankl constituyen una lección de vida. Deberíamos frecuentarlas a menudo para contagiarnos de su esperanza y dignidad.





 
 
 
 
 
 
 
 
 
En este mundo traidor nada es verdad ni mentira, todo se ve del color del cristal con que se mira».”.
Ramón de Campoamor

 

 


Temas relacionados:

Programación neurolingüística (PNL)

La PNL se inició cuando, a mediados de los 70, John Grinder y Richard Bandler se propusieron averiguar, qué es lo que hacía que, dos psicoterapeutas famosos en USA en aquellos años (Fritz Perls y Virginia Satir), fueran tan efectivos en la obtención de resultados. En su primer libro (La estructura de la magia I), Grindler y Bandler identificaron algunas reglas o patrones verbales que Perls y Satir utilizaban sistemática y espontáneamente en su comunicación, y que estaban en la base de la eficacia de su trabajo. El título de este primer libro (La estructura de la magia) expresa una de las convicciones básicas de la PNL: que toda tarea humana aparentemente mágica e inexplicable, tiene una estructura que puede ser identificada y transmitida. De esta convicción se deriva el objetivo que ha inspirado la creación y el desarrollo posterior de la PNL: identificar y describir el modelo de funcionamiento de cualquier habilidad especial y/o excepcional del ser humano, para que así pueda ser comunicada, comprendida y utilizada por cualquier persona que lo desee. Después de Grinder y Bandler, otros autores (Dilts, Andreas, McDonald, Hall) han modelado también a expertos en diferentes áreas de la actividad humana (educación, deporte, ventas, liderazgo organizacional) y han creado sus propias técnicas. La PNL es, pues, un conjunto de métodos y técnicas destinadas a ser aplicadas en la vida cotidiana, para que la persona consiga los objetivos que desea en diferentes campos de la actividad humana, y mejore su calidad de vida. PNL

¿Qué significa PNL? El nombre de PNL (en inglés NLP = Neuro Linguistic Programming) se refiere a tres aspectos básicos de la experencia humana:
Neuro: el sistema nervioso, fuente e instrumento de nuestras percepciones y de nuestra experiencia de vivir y actuar en el mundo
Linguistic: el lenguaje, que nos permite codificar y expresar simbólicamente nuestras experiencias. Programming: los programas mentales y de comportamiento, por medio de los cuales organizamos nuestra experiencia para conseguir los objetivos que deseamos.
Por ejemplo, cuando voy conduciendo el coche y me paro en un semáforo rojo, primero ‘veo’ una luz roja mediante el sentido de la vista (componente N=’neuro’ de la conducta), a continuación traduzco ‘lingüísticamente’ esa forma y color en mi mente como ‘tengo que pararme’ (componente L=’lingüístico’ de la conducta), y finalmente pongo en marcha un ‘programa’ aprendido: mi pie derecho se levanta del acelerador y pisa el freno (componente P=’programación’ de la conducta).
 
 
  La desidentificación 
 
Cuando las personas se identifican frecuentemente con sus pensamientos, se ven atrapadas por el proceso intelectivo o emotivo que opera en su mente, no logran darse cuenta que los pensamientos son independientes de quien los experimenta; así quedan sumergidas, absorbidas por el malestar o la alegría que ellos producen. El proceso de desidentificación implica separar, distanciar los pensamientos que la mente procesa del conocedor de dicha operatividad. Cuando el conocedor logra finalmente separarse de los pensamientos que la mente produce, entonces se sorprende al notar que él mismo no es un pensamiento sino un continuo de conciencia que fluye por doquier. Es capaz de comprender que no es diferente del espacio que se abre en su interior y que llega incluso a contener al universo entero en los procesos profundos de meditación.
 
Esta cualidad de desidentificación con el mundo mental hace parecer que el gnani, el jivanmukta, sea frío, seco o incluso distante. Simplemente en él se está cociendo la alegría que provee el discernimiento, viveka, y que instaura una nueva forma de felicidad interior cuyos elementos tienen en común el sentido de continuidad. Eso le permite, sea cual sea el temor o la duda que se presente, “dar un paso atrás” y separarse en cualquier momento de la emotividad que produce la identificación ante la actividad mental. El jivanmukta está instalado en la evidencia de que Eso conocido es no-diferente de Él. En esa comprensión continua los temores y las dudas cobran una importancia mínima permitiéndole vivir “absolutamente desligado de todo apego ilusorio”. 
 
 https://www.vedantaadvaita.com/la-desidentificacion-2/
 
 

Identificación

El Purusha, desidentificado, observa el juego, 
y al jugador como parte del juego,
no obligado ya a jugar.
(Sri Aurobindo)

Sin "comprender" que vivo identificado (encadenado) con las actividades de la Mente,
¿Cómo desencadenarme, liberarme?




Desidentificación
Desidentificación es no implicación, estar fuera.
Desidentificarse es separarse (de los "movimientos" de la Mente)


La fuerza contraria a la identificación es la "observación".
Identificación, fuerza de atracción psicológica. Estar encadenado.
Observación, fuerza contraria. Romper las cadenas.
Identificados, nos contiene, nos lleva, nos mueve el Sistema Psicológico 
Mediante la observación, nos desidentificamos. Lo contenemos, lo llevamos y podemos mover, cambiar... 

Ejemplos:
1-Estoy pensando compulsivamente.
- (Identificado) Es él quien va delante, me contiene, me arrastra a sus conclusiones, me conduce a un determinado estado de ánimo. 
- (Desidentificado) Pero si lo observo, puedo cuestionarlo (desde fuera) y modificar su análisis, sus conclusiones, sus aseveraciones, su "hacer" 

2-Un sentimiento de malestar está en mí. 
- (Identificado) Me arrastra, me seduce, me está haciendo desgraciado 
- (Desidentificado) Al observarlo -lo pongo enfrente, fuera de mi- puedo separarme de la fuerza que me arrastra, que me vapulea, que me "encadena" a él, que me hace sufrir.



Silenciar la Mente es desidentificarse de la Mente. 
Una óptima desidentificación incluirá: 
- Separarse de cada elemento psicológico (pensamiento, sentimiento, emoción, rutina, deseo, estado de ánimo...)
- Separarse de todo el sistema (Mente) en su conjunto.


Primero es ver, observar, darse cuenta, hacerse consciente. 
Luego separarse, desidentificarse internamente. 
El "ver", es el inicio (de la desidentificación). 
La separación, es el fin, el objetivo. 


No estoy libre de mis pensamientos, deseos, emociones..., sufrimientos, sin hacerlos conscientes (desidentificándome de ellos). 
ES SALUDABLE separarse (desidentificarse) de sentimientos, estados de ánimo..., que nos dañan.
Pero es casi imposible "ver" que estamos unidos, pegados, encadenados. 
.
No estamos obligados a estar identificados. 

La identificación es una malformación.



No soy la Mente 
No soy el pensamiento, no soy el sentimiento, no soy el deseo, no soy el estado de ánimo... Esas son fuerzas, movimientos, actividades de la Mente. 
Pero no soy la Mente. 
Ella es un instrumento que poseo (que posee el Ser).


Identificados, somos cautivos, encadenados, prisioneros. 
Con la observación nos liberamos, nos hacemos dueños.


Al desidentificarnos activamos la "atención", activamos la Consciencia. 
Para que se dé la desidentificación tiene que haber atención. 
Y si hay atención hay Consciencia. 
Y si hay Consciencia el Ser -no la Mente- está presente. 

Para no identificarme he de estar "atentamente separado"
(El Ser observa a la Naturaleza).


Desde el Ser, estado de igualdad
Igualdad, ecuanimidad ante las dualidades. 

En estado de igualdad, desidentificado de las dualidades, nada afecta al Ser. 
Su Deleite no varía.

Perfecta IGUALDAD (de intelecto y sentimiento) en todos los sucesos, seres, acciones... 
Verlos, sentirlos como uno sólo en el SER ÚNICO
 

De "Las enseñanzas de Don Juan Matus"

 Entro en mi terreno personal, y mi propia experiencia. Señalar brevemente y fruto de esa misma experiencia personal, que nunca, nunca y nun...